Los adjetivos, como todas las palabras, pueden ser simples o
compuestos. Los adjetivos simples son aquellos para cuya formación se ha
utilizado una raíz tal cual, a la que no se ha añadido ni modificado nada
posteriormente. Dentro de esta categoría entrarían adjetivos como delgado,
blanco, negro, tieso, alto, moreno, pálido, etcétera.
Sin embargo, también existen adjetivos que han llegado a ser
lo que son por la adición de diferentes partículas -que normalmente son
prefijos y sufijos- o por la concatenación de palabras enteras.
Entre los primeros, encontramos bastante común la
composición de adjetivos por prefijación,
como por ejemplo:
apolítico
antisistema
contracultural
bisexual
ingrato
Y también por sufijación, como los siguientes:
semestral
parlamentario
enlazable
quebradizo
tranquilizante
Por su puesto, también cabe la formación de adjetivos por
medio de ambas, prefijación y sufijación, al mismo tiempo, como en
anticongelante o antideslizante.
Otro ejemplo bastante común, pero especial, de creación de
adjetivos compuestos por sufijación es el caso de los sufijos apreciativos, que
crean terminaciones diferentes con las que poder expresar aumento o
disminución, o transmitir simpatía o un mensaje despectivo.
Por ejemplo:
grandote
pequeñito
bonico
buenaco
bonachón
Otras veces, y estos son los menos comunes, los adjetivos
compuestos nacen de la composición de dos palabras completas, de la misma
manera que se crearía un sustantivo compuesto. Sin embargo, en el caso de los
adjetivos, al menos una de esas dos palabras que se van a unir ha de ser de
inicio un adjetivo, pues de otra manera podría darse la composición, pero
difícilmente podíamos pensar en un proceso de adjetivación
.
Así, las dos palabras iniciales podrían ser un sustantivo y
un adjetivo, como en el caso de pelirrojo
(del sustantivo pelo y el adjetivo rojo), de patitieso (del sustantivo
pata y el adjetivo tieso).
Si las dos palabras iniciales son ambas adjetivos, la
adjetivación compuesta también puede darse, aunque estos ejemplos se reducen
casi exclusivamente a los colores, como sin duda saben los aficionados al
balompié: de la unión de blanco y negro, blanquinegro, de rojo y blanco,
rojiblanco, de verde y blanco, verdiblanco, de azul y blanco, blanquiazul, y
así sucesivamente. Aunque a veces se unen dos adjetivos que no son colores,
como agrio y dulce, que forman agridulce, o sagrado santo, que forman
sacrosanto.
Las palabras compuestas, como la citada balompié, y las
formadas por raíces etimológicas distintas, como la mayoría de las ciencias
(filosofía, astronomía, biología, geología, etcétera), también forman adjetivos
compuestos al adjetivarse, como balompédico, filosófico, astronómico,
biológico, geológico, etcétera.
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